¿ Donde estoy ?

martes, 29 de enero de 2013

Tirón instantáneo; Contactos viajeros y la entrada a Tucumán


Creo que ya he perdido totalmente la noción del tiempo. Me quedo en jueves por la tarde, lunes o miércoles, ya es lo mismo. No tengo interés en saberlo, no lo necesito. No se debe principalmente a ningún tipo de ingesta farmacológica, sino al contrario.
Ya logre adaptarme por completo, más de veinte días de viaje, de lugar a lugar, de tierra a tierra. Nunca viaje tanto tiempo, ni tampoco sé si será tanto en cuestión. En fin, estoy perfecto. Esto me gusta. Las horas vuelan demasiado y las caras que se conocen son de multiplicarse. Lejos y no tanto. Creo, además, que al viajar de esta forma uno adquiere mayor noción geográfica. Se reconocen mejor los diversos pueblos y lugares atravesados. Uno minimiza cada vez más las distancias, es decir como si cuatrocientos kilómetros se llegarían a consumir en una sola tirada de un par de horas. Observación y simpleza. Sencillez y espera. Tiempo y paciencia. Una necesidad creada.


Puntos de encuentro en Córdoba Capital, mi amor encontrado. Ahí estábamos los dos, el viajar en dupla estaba comenzando.
Manu iniciaría la tarde con el agua bien fresca. Su confianza de entrada nos hizo notar, da gusto encontrarse con cierta gente. Su llegada al país desde hacía no mucho más de cuatro meses y su gran viaje del otro lado del charco europeo nos contaba. Joven, baterías ultra cargadas, “Juventud divino tesoro”. El entusiasmo que se transmite al hablar e intercambiar ideas con personas que viajan y su emoción en conjunto son difíciles de relatar. Manuel estuvo en Auschwitz y el Coliseo Romano. Por los estadios internacionales de Europa, museos de historia mundial y ocupando puesto de ayudante de cocina en España.
Horas después adiós capital cordobesa. Salimos con Zo del lugar folklorista. Jesús María se alejaba cada vez más. Carlitos ya nos había despedido en alguna esquina perdida del lugar.




 Pulgares en ruta con todo lo necesario envuelto en las mochilas corridas sobre la banquina, lluvia, viento y como todo lo malo, después lo bueno llega. Andrés con su Híper camión cargado de provisiones varias, gestos interpretativos de “¿qué quieren ustedes?”, presión sobre los frenos de “La Estrella S.A”. Suban. Los cordobeses tienen buen humor.


Asfalto liquidado, bajando el sol la provincia tucumana decía presente en cada tono acentuado que se escuchaba comentar. Noche acampada. Cuatrocientos quince kilómetros totalmente caídos del cielo, la magia incierta atravesada por el destino. Se nombraba a la humedad del norte que nunca era ausente por estos tiempos. Afirmación al cien por cien, el gran capital de san miguel, Tucumán nos abría sus rutas, como claramente también, la lluvia. Seis cuarenta y cinco A.M, las ruedas del ciento diez tucumano, línea urbana nos alcanzó en la zona céntrica.


Wi-Fi nuestra mejor herramienta, salvación de la noche. Sin rastros de nuestro contacto femenino, la caída del sol se vio dentro del camping municipal. Cansados no encasillaba en el estado en el que estábamos. Como hacer de cuenta que se carga con cuatro heladeras y dos televisores plasma cuarenta y cuatro pulgadas sobre la espalda. Llegábamos, estábamos. Norte argentino en abrir y cerrar los ojos.






 Se anunciaban los valles, las montañas, los diques, ríos. El cemento ya no quería formar parte de esto. Se ha abierto el cielo en el pueblo de Tafi. Las chicharras ahí mismo se encuentran, a sonidos de encuentros. Aire, pasto y sol. Belleza, pinturas y Pink Floyd. De montañas a lo lejos, de la tierra bien de cerca. Con las rocas en la frente y las hojas en lo alto.



martes, 15 de enero de 2013

San marcos Sierra: La tierra artista; desde las rastas hasta las casas de Bio-construcción.


En los próximos días me encontraría con Luis, a quien conocí el año pasado durante su estadía en Rosario, Santa Fe. Viniendo desde la ciudad de Salto, Uruguay, inicio su viaje unos días antes que yo, donde en previo acuerdo decidimos encontrarnos en la turística ciudad de Villa Carlos Paz. Ahí mismo pasaríamos la noche, ubicando a mi amigo patricio quien nos hospedaría en su casa, compartiendo la cena con su familia, intercambiando palabras y poniéndonos al día con todo lo que restaba por hacer.



Emprendiendo el viaje por el norte de Córdoba, la ruta 38 era nuestra vía. Esa mañana el clima no ayudo demasiado, la tormenta venia apuradísima mientras que nosotros teníamos todo el tiempo del mundo para llegar a destino. Carlos Paz, Cosquin, La Falda, Capilla del Monte y no menos de tres pueblos más se juntaban en ciento diez kilómetros para llegar hasta San Marcos Sierra, la tierra de los artistas.


Los bosques serranos donde hoy se halla el pueblo de San Marcos Sierras sirvieron de hábitat a nuestros nativos, los Henen, más conocidos como indios Comechingones. Es común hallar aleros de piedras grandes semienterradas que usaban como viviendas, y piedras horadadas donde en los agujeros más amplios molían las vainas y en los más chicos y de distintos tamaños, al llenarlos veían reflejado el movimiento de los astros. 916 Habitantes, senso 2001.


 Pequeño pueblo, pero de enorme energía. La armonía, tranquilidad y paz que transmite este lugar es impagable. Metido veinte km adentro por un único camino de tierra post ruta, estas calles sin pavimento tienen mucha magia por compartir. Las arquitecturas logran conservar sus años de varias décadas, marcadas por diversos artistas callejeros, cantores, poetas y artesanos por doquier que se encuentran a cada paso. El saludo es natural y los forasteros moneda corriente. Hasta el rock, blues y mucho Reggae estaban presentes por las noches, sin faltar los acordeones, contrabajos, violines y los estilos más ocurrentes que puedan existir.

Lucho me hablaba de una amiga de sus pagos, quien allí supuestamente residía hace un tiempo, con sus hijos y compañero. Dadas las características de ella (morocha, de dentadura notable y grandes rastas abundantes) me tope con su presencia al segundo día de nuestra estadía. Tamara (“África” para sus conocidos) son su simpática sonrisa nos respondía al encontrarse con la llegada de su amigo, tras tres años sin verse. Media parla y la presentación de su familia de por medio, los encontramos vendiendo sus artesanías al pasar sobre el paso del pueblo hacia los ríos. Con cierta duda principiante frente a la indirecta de Luis, finalmente nos invitaron a su casa. Cuatro kilómetros en colectivo urbano, arroz integral para la cena, las carpas instaladas en terreno firme, cartas breves de presentación y un conjunto de sonrisas dieron por finalizado el día.



-Mañana tenemos “minga”, arrancamos el día temprano. Había escuchado decir a Manuel, la pareja de la nombrada mujer de cabellera llamativa. Mi curiosidad salto al instante y me logro obtener como resultado que al día siguiente se juntarían varios vecinos para realizar un trabajo grupal sobre el proyecto de Bio-construcción que esta familia junto a otra dupla amiga venían realizando desde hacia varios meses. Se trataba de una costumbre en la cual cada semana se irían rotando de casa y de lugar de trabajo, de forma cooperativa, sin la existencia de ningún lucro de por medio, compartiendo almuerzo y charlas en cada ocasión.



 Las paredes del iglú están compuestas por tierra compactada, volcada dentro de bolsas textiles. El techo se formaba de varios rectángulos de hierro con maderas prolijamente cortadas, posee varios tubos de ventilación y uno principal, ubicado justo en el medio del hogar, de forma giratoria permitiendo la entrada y salida del aire. La luz es generada mediante paneles solares conectados a dos baterías de camiones. Con dos o  tres días de carga bastan para cubrir una semana completa de utilización básica. En cuanto al tema baño, la construcción se basa en un “secado”. Las paredes son también de barro, mezclado con pajas y cañas formando una solidez inmovible. El efecto solar junto a la evaporación no dejan ningún tipo de rastro.







                             Descanso breve entre medio de hierbas, mates y una “llamadita” (tocada en conjunto de sonidos acústicos, con tambores de industria y artesanal) forman parte de esta filosofía de vida. Y yo que me denominaba bastante sencillo, para esta forma de ver las cosas esa palabra queda demasiado pequeña en este mundo. Adaptarse desde mi punto de vista se tornaría muy difícil.




miércoles, 9 de enero de 2013

Los primeros pasos girando sobre el centro argentino

7:47 a.m. El auto de mis amigos ya se estaba perdiendo en el horizonte de la ruta. Ahí quede, solo. Ciudad pequeña de Hughes, Santa Fé. Hoy era el día, hoy comenzaba todo, viernes 4 de enero del 2013, donde muchos meses atrás  comenzó la idea, forme el proyecto entre idas y vueltas, caídas, tropezones e inquietudes. Paso a paso, tiempo al tiempo, finalmente aquí estaba.
Pulgares en ruta y mirada al frente. Las nubes tapaban el sol y el aire se hacia presente. El calor comenzó a tomar forma entre los minutos y las horas quemadas. Auto, chata y camión dieron lugar para llegar a la gran ciudad de Rio Cuarto, Córdoba.





Mientras la lluvia ya había llegado antes que yo, posteriormente logre ubicar a mi primer -courch-surfing- (red social de hospitalidad para viajeros). Franco, licenciado en geografía, colectivo urbano de por medio y allí estaba el encuentro, junto a silvana (otra couch) y una amiga de mi local compañero. Primera experiencia y una gran buena impresión de la misma.
 Luego de recorrer un poco la ciudad, grabando las primeras imágenes y cayendo de apoco en esto de -estar en movimiento-, el cansancio físico y mental se hizo notar cada vez mas. Viajar de mochila haciendo auto-stop demanda mucha paciencia y  logra duplicar las horas del día, de moto tal que al caer el sol, después de cenar en grupo, el cuerpo ya no me lograba responder al mando cerebral. Palmado en cama, el primer día de viaje había llegado a su fin.
Ocho menos cinco minutos p.m, se escribía la hora de largada del colectivo sobre el papel que marcaba mi boleto, hacia la ciudad de Alta Gracia, Córdoba. Tras despedirme de franco en Rió IV y hacer dedo hasta Santa Rosa de Calamuchita, me marchaba hacia el norte del mapa. El lugar donde Ernesto Guevara de la Serna paso tiempo de su infancia y donde Fede, mi próximo contacto, me hospedaría en su casa, al caer la noche, me estaban esperando.


Compartir unas bebidas frías y en el mismo instante obtener una primera impresión acerca de la persona con la que se esta generando una especia de "contrato" de confianza mutua. Para el viajero es extraño todo, desde caminar en un lugar totalmente desconocido hasta entrar de forma instantánea en diferentes mundos nuevos y ajenos. Para el que no esta viajando también  se debe extrañar un poco en compartir la vida con alguien completamente nuevo.
Fede es músico  Toca la guitarra, es gasista y particularmente lo destaca la tranquilidad y generosidad que tiene encima. Alta Gracia atrae varios -turistas- en temporada alta, siendo uno de sus atracciones principales el -lucroso- museo realizado en base a la casa del "che" guevara durante los primeros años de su infancia en la ciudad. Por lo visto se ve que me han registrado cara de no tener un peso partido en cuatro, cobrandome quince pesos la entrada, donde ahi mismo me dieron a entender que es segun de donde vienen que varia el valor, o sea a los rubios los asaltan.



Triste cuando me entere al hablar con gente local que esa casa ni siquiera fue la misma donde habito la familia Guevara, sino que es otra ubicada justo al frente, nada mas que la disfrazaron porque estaba deshabitada.
Se venia la noche, la tranquilidad se estaba notando...